martes, 22 de septiembre de 2009

la morada del ermitaño

este post ha sido publicado en el blog: http://22arcanosmayores.blogspot.com/
del cual formo parte, y que remite a un ejercicio para tarotistas:


"imagina la casa del Ermitaño."

Hoy, año 2011, esa morada a cambiado de lugar físico, sin embargo conserva similares características, mucho más espacio *verde*, aire marítimo, ... y el mismo farol.-



Esta persona podría vivir en cualquier lugar del planeta, tal vez algunos piensen que en la solitaria cima de una montaña, o quizá esté recluido en un convento o monasterio, sin embargo, dadas sus características, es capaz de armar su morada en medio de una gran ciudad.

Por supuesto que el exterior de su vivienda, no tendría nada llamativo, salvo las macetas y sus plantas, ubicadas en los alfeizares de las ventanas. Paredes de colores neutros, nada que reclame atención, un perfil bajo, ya que la verdadera riqueza se encuentra dentro de la casa y no le interesa mostrarla.
No vive para el afuera, vive para adentro.

Encontré a una ermitaña viviendo en plena ciudad…
Y ya que me permite entrar a su morada:

Ingreso

En cuanto accedo noto la presencia de madera natural: en los pisos, en los muebles sencillos, la pequeña la biblioteca, donde hay varios libros; novelas, clásicos griegos, historia, cuentos…
Hasta hay en un rincón del living, un farol!

ES el mismo que guiará sus pasos:



No hay lujo, pero si hay calidez dentro de la sobriedad.

Veo varios objetos y además la condición de estar situados como al descuido, pero armónicamente dispuestos: caracoles, piedras recogidas en sus viajes, fósiles, y una infinidad de objetos menores.

Cada uno guarda su historia, como la caja tallada donde guarda sus mazos de tarot.
O un viejo jarrón holandés, obsequio de una persona amante de la cerámica.
Mariposas enmarcadas, otras pintadas en vidrio.

Campanitas de bronce, de distintos tamaños. Cuencos con agua. (No olvidemos que la tierra necesita del agua).

Y sahumerios.

Avisto dos puertas en ese ambiente:
Una lleva a otro espacio donde se vislumbran más libros, óleos y pinceles. Parece un taller…
Pero no es una zona de libre acceso, pareciera un espacio privado.
Aunque cuando entreabro, alcanzo a ver parlantes… parece que gusta de trabajar con música!
Cual? he visto tan variada colección de CDs!!
Desde clásica hasta rock.

La otra puerta, concluyentemente conduce a espacios propios, y que solamente la ermitaña compartirá con personas de suma afinidad o confianza.

Se trata de un hall que conduce al área de descanso, donde guarda sus vestimentas, que no son muchas.
De hecho siempre usa las mismas, cómodas y confortables.
Las otras, las reserva para ocasiones que no puede evitar, o cuando la ocasión así lo indique o requiera.

Otra puerta que se abre al área de su aseo.

Y otra puerta más que traslada a sus marmitas!
Su cocina es simple, pero está repleta de hierbas, especias y tantas cosas que ha recogido en sus andanzas.
Sabe del valor de los aderezos…
Por ejemplo, en un desnudo arroz blanco… y los usa.

Así como fuentes con verduras y frutas de todo tipo.

Más atrás hay un patio. Ése es el lugar más despojado y a la vez más diáfano.
El sol inunda con su claridad el sector más propicio para la lectura o la meditación.
Muchos arbustos y hasta un árbol crecen allí.
Sus mascotas aprovechan el lugar.

Macetas y jardineras rodean el perímetro.
Ése es el espíritu de la casa donde habita la ermitaña, en la gran ciudad.

¿Si ella pudiera elegir?
Posiblemente sería un gran bosque, una playa, la orilla de un lago o la ladera de una montaña.

Pero, comenté antes… la ermitaña crea su *santuario* y se adapta al contexto donde vive.

• Ahora vayamos a la situación concreta de este ejercicio; cuando se planteó, sentí que me vino como anillo al dedo.
La carta que complementa mi carta de nacimiento es justamente ESA, el ermitaño.
Luna: 18 – 9: 9 Es mi sombra? O mi lado oculto? Aquello que debo trabajar para crecer? No sé, tal vez.

Entonces describir mi casa, fue una tarea sencilla. Sólo tuve que recorrerla.
Identifico plenamente mi vivienda con la carta.

Si miramos la imagen, que además elegí por ser muy descriptiva, vemos que el ermitaño guarda bajo su capa, mariposas (resurgir) fuego, agua, verdes prados, fertilidad, y todo ello con los pies desnudos, en pleno contacto con la tierra.
Muy visceral.

Es por eso que la luna intuye, lo que el ermitaño ha sentido, aprendido y experimentado... y guarda en silencio.-
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